El secretario de Comercio busca acotar, a la fuerza, las compras al exterior. Pone presión a alimenticias, laboratorios, automotrices y supermercados. Le preocupa que ahora se compran menos bienes destinados a inversiones.
Con importaciones creciendo a un ritmo del 40%, el Gobierno pone presión para frenar las compras externas. Busca preservar los dólares del superávit comercial, cuyo flujo equilibra las cuentas de la economía. Pero esa avanzada genera ya preocupación empresaria. Entre las alimenticias, los laboratorios, los supermercadistas y las terminales automotrices miran con temor la lupa que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, deposita sobre la balanza externa. Temen que la presión sobre los importados que caracterizó al primer semestre aumente en el resto del año.
Ese monitoreo en la práctica culmina con algún freno a las importaciones. Según confían en el entorno del secretario, el funcionario estaría obsesionado conque crecen las compras de bienes intermedios, a diferencia de lo que pasó en los primeros años del kirchnerismo cuando las importaciones también crecían pero tenían otro perfil: eran bienes de capital.
De acuerdo con datos del INDEC, en junio la balanza comercial mostró un superávit de 1.291 millones de dólares y se confirmó lo que vino pasando durante el primer semestre: las exportaciones crecen a una tasa más lenta que las importaciones.
Días atrás Moreno (también los ministros Giorgi y Boudou) le pidieron a la Unión Industrial los listados de importaciones de sus asociadas: la mesa chica de la entidad fabril se negó a entregarlos.
A la hora de buscar reemplazar esas importaciones, en el Gobierno se focalizan en las inversiones. A los economistas del gobierno de Cristina Kirchner les preocupa que hasta ahora del fondo del Bicentenario por $ 8.000 millones no se otorgó ni un solo peso. Para buscar destrabar los bolsillos privados, Débora Giorgi y Amado Boudou pusieron en marcha una ronda de reuniones con cámaras empresarias. A todas esas reuniones se autoconvocó Moreno.
Moreno frenó y pidió menos importaciones a las alimenticias, los laboratorios y a los 14 presidentes de las automotrices radicadas en el país, con las que se reunió el jueves pasado. Aunque el trato con las terminales no es igual en todos los casos, mayoritariamente intentaron explicar las mismas razones que ya habían señalado otros sectores que habían pasado por su despacho anteriormente. Esto es, las limitaciones que les imponen las decisiones políticas que toman las casas centrales, pero también las que imponen la complementación de producción mundial.
Entre los documentos reservados que circulan entre algunas de las 20 empresas más grandes del país y que alertan sobre el escenario de los próximos dos años se destacan los temores a los cambios en las reglas laborales (donde los proyectos de diputado kirchnerista Héctor Recalde y abogado del titular de la CGT, Hugo Moyano, no dejan de dar sorpresas) y las maniobras de Moreno para regular las importaciones.
En esas maniobras intentó, sin éxito, mediar Giorgi (quien conoce la cocina de muchas industrias por haberlas asesorado en otros tiempos). Y también Boudou, quien tampoco tuvo éxito.
A la hora de mirarse en el espejo de lo que vendrá, los empresarios dicen: “No queremos ser los próximos supermercados”. Se refieren a la presión ejercida por Moreno para que las grandes cadenas dejaran de importar, a partir del 1 de junio, todos los alimentos que alguien produjera en el país. Muchos ven como una amenaza esa iniciativa oficial de reeditar la “sustitución de importaciones”.
Fuente - Alejandra Gallo - Clarin
Con importaciones creciendo a un ritmo del 40%, el Gobierno pone presión para frenar las compras externas. Busca preservar los dólares del superávit comercial, cuyo flujo equilibra las cuentas de la economía. Pero esa avanzada genera ya preocupación empresaria. Entre las alimenticias, los laboratorios, los supermercadistas y las terminales automotrices miran con temor la lupa que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, deposita sobre la balanza externa. Temen que la presión sobre los importados que caracterizó al primer semestre aumente en el resto del año.
Ese monitoreo en la práctica culmina con algún freno a las importaciones. Según confían en el entorno del secretario, el funcionario estaría obsesionado conque crecen las compras de bienes intermedios, a diferencia de lo que pasó en los primeros años del kirchnerismo cuando las importaciones también crecían pero tenían otro perfil: eran bienes de capital.
De acuerdo con datos del INDEC, en junio la balanza comercial mostró un superávit de 1.291 millones de dólares y se confirmó lo que vino pasando durante el primer semestre: las exportaciones crecen a una tasa más lenta que las importaciones.
Días atrás Moreno (también los ministros Giorgi y Boudou) le pidieron a la Unión Industrial los listados de importaciones de sus asociadas: la mesa chica de la entidad fabril se negó a entregarlos.
A la hora de buscar reemplazar esas importaciones, en el Gobierno se focalizan en las inversiones. A los economistas del gobierno de Cristina Kirchner les preocupa que hasta ahora del fondo del Bicentenario por $ 8.000 millones no se otorgó ni un solo peso. Para buscar destrabar los bolsillos privados, Débora Giorgi y Amado Boudou pusieron en marcha una ronda de reuniones con cámaras empresarias. A todas esas reuniones se autoconvocó Moreno.
Moreno frenó y pidió menos importaciones a las alimenticias, los laboratorios y a los 14 presidentes de las automotrices radicadas en el país, con las que se reunió el jueves pasado. Aunque el trato con las terminales no es igual en todos los casos, mayoritariamente intentaron explicar las mismas razones que ya habían señalado otros sectores que habían pasado por su despacho anteriormente. Esto es, las limitaciones que les imponen las decisiones políticas que toman las casas centrales, pero también las que imponen la complementación de producción mundial.
Entre los documentos reservados que circulan entre algunas de las 20 empresas más grandes del país y que alertan sobre el escenario de los próximos dos años se destacan los temores a los cambios en las reglas laborales (donde los proyectos de diputado kirchnerista Héctor Recalde y abogado del titular de la CGT, Hugo Moyano, no dejan de dar sorpresas) y las maniobras de Moreno para regular las importaciones.
En esas maniobras intentó, sin éxito, mediar Giorgi (quien conoce la cocina de muchas industrias por haberlas asesorado en otros tiempos). Y también Boudou, quien tampoco tuvo éxito.
A la hora de mirarse en el espejo de lo que vendrá, los empresarios dicen: “No queremos ser los próximos supermercados”. Se refieren a la presión ejercida por Moreno para que las grandes cadenas dejaran de importar, a partir del 1 de junio, todos los alimentos que alguien produjera en el país. Muchos ven como una amenaza esa iniciativa oficial de reeditar la “sustitución de importaciones”.
Fuente - Alejandra Gallo - Clarin
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